23 de agosto de 2010

MENSAJE DEL MES DE AGOSTO

Saludos y bendiciones en el nombre del Señor Jesucristo a todos ustedes pastores en la Red Apostólica PUEBLO. Los pastores tienen un trabajo muy difícil, de hecho, es probablemente el más difícil de todos los trabajos en este mundo. Tengo el mayor respeto por lo que ustedes pastores hacen, porque tienen muchas cosas que considerar. Principalmente ustedes deben de agradar a Dios y ser guiados por Su dirección y plan para su ministerio. Luego debe de tratar de agradar al pueblo al que están sirviendo.

Muchos pastores se frustran porque tratan demasiado de agradar a todas las personas, todo el tiempo, y se olvidan de que la iglesia pertenece al Señor Jesucristo. Ellos también olvidan que agradar a todas las personas, todo el tiempo, es una tarea imposible. Estoy aquí para animarles a ustedes pastores en su ministerio con estas palabras "¡Agraden a Dios pero sigan aprendiendo!”

Gal 1:10 dice “Pues, ¿busco ahora el favor de los hombres, o el de Dios? ¿O trato de agradar a los hombres? Pues si todavía agradara a los hombres, no sería siervo de Cristo”.

Sin embargo, eso no quiere decir que el pastor debe desechar las ideas, deseos y aspiraciones de las personas en su congregación ya que 1 Co 12:18 dice “Mas ahora Dios ha colocado los miembros cada uno de ellos en el cuerpo, como él quiso”.

Me gusta este versículo porque me dice que Dios, en su divina sabiduría, ha puesto sobrenaturalmente a cada persona en la iglesia. Esto significa que cada miembro de la congregación es colocado allí por un nombramiento divino para un propósito. Usualmente ese propósito tiene muchos aspectos. El miembro de la iglesia está allí para aprender del pastor, pero también Dios lo ha puesto allí para que el pastor aprenda del miembro de la iglesia. Se supone que aprendamos los unos de los otros porque ninguno tiene el monopolio de la sabiduría.

Los pastores que reconocen que no lo saben todo, sino que tienen un corazón abierto para aprender nuevas cosas, se encontrarán con que sus ministerios crecen más porque las personas son atraídas a un pastor con quien pueden razonar inteligentemente y descubrir juntos nuevas cosas.

Desafortunadamente, algunos pastores tienen una mente cerrada. Pero gracias a Dios estoy persuadida de que ninguno de ustedes es así. Un pastor que se acerca a un ministerio con una mente cerrada, pronto descubrirá que se ha aislado él mismo en el ministerio y que sus líderes no lo están siguiendo. Esto sobrecargará su ministerio porque no hay nadie con su visión que le ayude a llevar la carga del trabajo en el ministerio.

Tengo experiencia personal con ambos tipos de pastores: uno que tenía la mente cerrada a cualquier idea que no viniera directamente de él y otro que estaba dispuesto a aprender y tratar un nuevo enfoque. Les puedo decir que los resultados son como el día y la noche. La misma gente que estaba desanimada y frustrada bajo un pastor con una mente cerrada, de pronto volvió a la vida con un pastor que está dispuesto a aprender y abrir las ventanas al aire fresco. Lo que estaba estancado se hizo fresco con nueva vida, entusiasmo, propósito y una nueva atmósfera de unidad.

El pastor con una mente abierta que me permitió reorganizar la iglesia para permitir a los líderes una oportunidad de ministrar bajo la autoridad del pastor, abrió las ventanas al aire fresco. Este único cambio evidenció la diferencia en la actitud del pastor hacia el ministerio y actualmente está cosechando una mayor abundancia de fruto, gracias a Dios. Una iglesia que había dejado de crecer, de repente empezó a crecer. Los creyentes que habían dejado la ayuda voluntaria, ahora están listos para trabajar.

Comparto con ustedes esta experiencia personal para animarlos en sus ministerios a caminar en esa fina línea de mantener el control de autoridad, mientras permiten las ideas frescas para el ministerio de aquellos líderes que Dios ha puesto en su congregación.

Me recuerda una experiencia de la infancia cuando aprendí a montar a caballo. El instructor se dio cuenta de que yo estaba tan atemorizada por el caballo que sostuve las riendas demasiado firmes entre mis pequeñas manos. Cuando quería que el caballo diera vuelta a la derecha, tiraba de las riendas demasiado duro. Inmediatamente, el caballo se oponía con un movimiento fuerte de su cabeza, sus orejas se levantaron y sus ojos se abrieron con alarma. El instructor me dijo que sostuviera las riendas suavemente en mis manos y girara al caballo con suavidad. Lo intenté de nuevo, pero sostuve las riendas demasiado suave en mis manos y traté de girar su cabeza tan suavemente, que él no respondió para nada. Estaba lista para rendirme, pero el instructor dijo "ahora ha experimentado ambos extremos. La manera correcta está justo al medio. Debe acostumbrarse a sostener las riendas con firmeza sin dureza lo cual le comunicará al caballo la dirección junto con su respeto hacia él y que usted confía en que él le obedecerá”. Pronto estaba montando con confianza.

Bien, esta es la forma en que ocurre con los pastores. Ellos deben de descubrir por ellos mismos, qué tan fuerte sostener las riendas de autoridad. Ellos serán capaces de determinar su nivel de éxito por la reacción que reciben de su congregación.

Oro porque cada uno de ustedes tenga mucho éxito en el ministerio con las congregaciones que aman y que cooperan con ustedes para la extensión del Reino de Dios y para la gloria de Jesucristo.

Dios los bendiga a todos,

Joyce Schmedel, Administradora

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